Desde hace unos pocos años –entre el 2016 y el 2020- el feminismo en Latinoamérica se ha fortalecido, haciéndose presente por medio de diversos movimientos y manifestaciones. Esto incluso se ve reflejado en el cine que las mismas mujeres hacen, el cual en una gran parte se dedica a documentar o relatar con recursos realistas, propuestas, denuncias en contra de la violencia o visibilización de problemáticas públicas, por ejemplo, la inequidad entre las clases sociales.
El del feminismo no es gratuito, a mi misma me ha costado tener una voz propia por años. Esta es una crítica a la normalización del silencio, a la exclusión constante y a la indiferencia en situaciones que también se ven reflejadas en el ámbito cinematográfico; en donde a las realizadoras, históricamente, no se les ha dado el reconocimiento que merecen, ni siquiera después de muertas, como es el caso de la pionera del cine surrealista, Germaine Dulac.
Una voz fantástica silenciada
Autora de veintidós filmes (conocida por el patronímico de su marido, Louis-Albert Dulac), tuvo la virtud de causar notorio enfado en el seno de los surrealistas con la dirección de la película: ‘La concha y el clérigo’ (1928), esta obra sigue siendo muy actual, pues denuncia el abuso sexual masculino de un sacerdote de la iglesia católica. Además, cabe resaltar que esta pieza surrealista precede a ‘Un perro andaluz’ (1929) y a ’La edad de oro’ (1930) obras consideradas como pioneras del surrealismo, dirigidas por Luis Buñuel, con guiones de Salvador Dalí y Buñuel (M.Martínez, 2007-2008, p-215).
Sin embargo, “la cinta fue protestada sonoramente por los miembros del grupo surrealista con motivo de su estreno. Dulac fue también pionera en la realización de películas feministas, sirviéndose del lenguaje cinematográfico para poner de manifiesto sus convicciones (M.Martínez, 2007-2008, p-315).”
Germaine ha sido excluida de libros, han desaparecido varias de sus obras y sitios webs reconocidos le siguen negando el crédito, pero aun así nos quedan varias de sus ingeniosas obras, donde experimentó con diversos géneros de cine vanguardistas, creando películas bajo abstractos, como por ejemplo la música visual.
La realidad de las mujeres cineastas en Latinoamérica
Reyna. F (2020) directora del Festival Hecho por Mujeres en Perú, señala cual es la situación del Perú, visibilizando que únicamente el 8 % y 10% de las películas estrenadas anualmente son dirigidas por mujeres. Así como este, varios grupos de mujeres audiovisuales de todos los sectores en el Perú y Latinoamérica, nos hemos juntado este año para debatir el hecho de seguir sufriendo acoso en entornos laborales y académicos y en lo difícil que trabajar en el medio audiovisual siendo mujer. Esta problemática se ve reflejada, por ejemplo, en lo difícil que es ver películas latinoamericanas fantásticas hechas por mujeres. Sin embargo, en mi caso, hace un tiempo estoy atrapada por este tipo de cine, al cual le denomino: Altamente creativo.
Otra forma de vernos y escucharnos ha sido por medio de los escraches en las redes sociales, donde todas las semanas se exponen múltiples denuncias sobre los abusadores sexuales y los acosos sobre todo en el ámbito académico y laboral en el cine.
En balance, creo que a todas y a todos nos ha causado malestar e incomodidad enterarnos que varios cineastas que admiramos, presentan patrones sistemáticos de abusos machistas, sexuales, de acosos por disminución y humillación hacia nosotras, y aunque conocemos la obra de varios de los denunciados de la historia como -Román Polanski y Woody Allen, Ciro Guerra (caso colombiano), Juan Darthes (caso argentino), Nicolás López (caso chileno), Frank Pérez Garlad (caso peruano), solo por nombrar a los más emblemáticos y los más cercanos-.
La lucha de la mujer es de todas
Muchxs personas invitan a las denunciantes a mantener un bajo perfil, a quedarse calladas, a denunciar únicamente por la vía legal. Así mismo, les piden que bajen el contenido porque daña el buen nombre, insistiendo en que viola los debidos procesos de los directores. Pero en todo caso, valga la aclaración, lo cierto es que para evaluar, diagnosticar y sanar, son necesarios estos debates donde las mujeres rompan el silencio.
En este caso del universo del cine, las féminas sienten la necesidad actual de la red #NoEstamosSolas, en donde a todas y todos les quede claro que la violencia hacia la mujer, pasó de ser un problema privado a convertirse en una problemática pública. Es parte del proceso RE- aprender y ganar espacios estatales, laborales y académicos, para poder seguir viéndolas, escuchándolas y leyéndolas.
Consecuencia del análisis anterior y debido a la falta de políticas públicas inclusivas, de espacios para expresarse desde la mirada femenina y de cifras que evidencian por ejemplo que “únicamente el 30,9 % de los personajes con líneas de diálogo son mujeres” (ONU Mujeres, 2014), 3 espectadores y espectadoras conservadores siguen presionando a directoras, como es el caso de Maimouna Doucouré (migrante senegalesa), cineasta que tuvo que cerrar sus redes sociales por las protestas en contra de su película “Cuties” (2020), cinta que denuncia con una profunda sensibilidad las problemáticas actuales de sexualización a las niñas, descuido e indiferencia de sus padres, rechazo social, migración y violencia entre las relaciones sociales. Cabe recalcar que el Congreso de los Estados Unidos también está buscando censurarla.
Cine fantástico desde otros ojos
Hay que reconocer que sí hay una tendencia de cine fantástico expresado por miradas femeninas, sobre todo en esta última década, donde a pesar de haber todo tipo de obstáculos (sobre todo económicos en países de Latinoamérica, Oceanía y África) el cine hecho por mujeres es un cine crítico, digno de análisis sociedad; así lo señaló Issa López, directora mexicana, que siente al igual que yo, como un sector en incremento:
“Creo que hay un frente nuevo de mujeres, mundialmente, entrando al género con un éxito enorme ¿Por qué es importante verlo? Simplemente, porque es una mirada nueva a un género que ya estaba cansado y que se está renovando. Entonces, hay que ver qué está viendo un ojo femenino, que de entrada tiene una propuesta nueva y en Latinoamérica, está sucediendo” (I. López, 2017).
¿Por qué el cine de terror y fantasía? “Creo que hacerlo de manera alegórica o mágica, resuena mucho más y lo hace más memorable, pues todos vivimos de mitos, leyendas y de arquetipos, son los que se quedan con nosotros toda una vida ¿Sabes? Las historias reales nos afectan, pero no tienen la permanencia en nuestra psique como lo tiene el mito. Entonces, si yo voy hablar de un México que está produciendo muertos, más allá que petróleo o máquina de ropa, me parece inevitable hablar de que estamos produciendo fantasmas que no se van a quedar en paz y que nos están pidiendo que los veamos y que los reconozcamos”. Así que vamos a verlas y a escucharlas, durante los jueves de octubre, para realizar un divertido análisis de algunas las más particulares miradas insólitas, creativas y absurdas de la historia actual del cine fantástico hecho por mujeres.
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Taller Cine Fantástico Hecho por Mujeres
Durante todos los jueves del mes de octubre 2020, Lina realizará a nombre del destacado festival “Insólito”, un taller llamado “Taller Cine Fantástico Hecho por Mujeres”, donde abordará la realidad actual del mundo de las realizadoras y algunos conceptos ya hablados en este texto. Para más información sobre contenidos similares visita: https://www.instagram.com/insolitofest/ – https://www.facebook.com/InsolitoFest/
¿Cómo se reconoce a una mujer lobo? ¿Una devoradora de hombres, dispuesta al capricho de la luna, perpetuamente perseguida por su naturaleza de bestia? Su presencia amenazante acecha el metro de Buenos Aires en Mujer Lobo de Tamae Garateguy (2013), reclamando sin concesiones un espacio donde las mujeres son acosadas y/o agredidas a diario.
Aunque también ha sido productora y directora de diversos proyectos, su predilección por el suspenso, la sensualidad, los ambientes atrayentes y oscuros ha encontrado un lugar especial en sus largometrajes de terror/suspenso: Mujer Lobo, All Night Long (codirigida con Jimena Monteoliva, 2015) y Hasta que me desates (2017). La directora argentina también colaboró con un segmento para la antología Massive Blood Drive, que convocó a realizadoras para celebrar el Mes de Mujeres en el Horror (WIHM) en 2015. La pieza titulada All Night Long, fue una colaboración con Jimena Monteoliva, quien también produjo Mujer Lobo.
Ciertamente, Mujer Lobo capta la atención con implacable efectividad desde el inicio. Se abre con una mujer en cautiverio, cuyas pestañas postizas distraen de una lágrima transparente que comienza a viajar por su sien. Ha sido intrincadamente atada con una cuerda blanca y amordazada con tela negra. La cámara permanece fija en ella mientras un hombre entra y sale del encuadre mientras la acaricia, subrayando un desamparo que se vuelve casi insoportable a medida que pasan los segundos. Maltratada por su pareja, parece obedecer con una serenidad que intriga, sus ojos casi desprovistos de expresión o mirando estratégicamente hacia otro lado, golpeando al espectador con desconcierto ante lo que parece ser un encuentro de esclavitud cuestionablemente consensual. Acostada de lado mientras él la deja en el suelo, su expresión queda completamente al descubierto: un ceño fruncido dibujándose en su rostro, los ojos bien abiertos y mirando hacia el techo, la boca abierta mientras respira rápidamente. El acto le ha llevado a este hombre un minuto como máximo, pero ya hemos estado cautivos en la soledad de ese pequeño cuerpo, incapaces de apartar la mirada de ella. La violencia se pone al frente y al centro y persiste produciendo incomodidad al espectador.
Unos minutos después, a gusto en una cocina grande y luminosa ante nosotros, el hombre se ha sentado a desayunar. Lleva una bata blanca sobre un traje, ¿es médico? Ignora a la mujer que había retenido momentos antes, rompiendo su silencio al pedirle que no fume en el lugar. Su territorio, sus reglas. Pero no por mucho tiempo. El desayuno resulta ser su última comida: convulsiona en el suelo, casi fuera de vista en el plano, jadeando por aire después de haber sido envenenado. Esta mujer lobo feroz finalmente enciende su cigarrillo, más cerca de la cámara. Solo cinco minutos después, las relaciones de poder han cambiado por completo, como por efecto de un interruptor.
Mujer Lobo es una película en blanco y negro, que complejiza a la protagonista convirtiéndola en una trinidad. Es decir, la mujer que seduce a los hombres en el metro para luego matarlos es interpretada por tres actrices: Mónica Lairana, Luján Ariza y Guadalupe Docampo. Vale la pena señalar que a esta loba no se le da un nombre fijo, ya que lo cambia a lo largo de la película. Esta elección es a momentos desorientadora y alienante. Ya sea que uno quiera concederle literalmente un cambio de forma, o si uno entiende estos avatares como dispositivos metafóricos para transmitir diferentes rasgos de personalidad, la trinidad de actrices hace que el personaje esté en perpetua liminalidad. Esto se establece al principio. Luego de conocer a su primera encarnación (la mujer atada y amordazada, interpretada por Mónica Lairana), el espectador es presentado a Luján Ariza, una mujer rubia y extrovertida que se acerca con confianza a un obrero de la construcción que la acosa en la calle. Unos momentos después, se revela la tercera encarnación de esta mujer lobo. Es interpretada por Guadalupe Docampo, una mujer recatada y más joven que tiembla de miedo cuando un hombre se acerca a ella en un parque. Estremeciéndose, escucha su predecible charla mientras él la invita a salir, pero ella se niega. Él está convencido de que ella se ha arreglado y se ha sentado allí para que él venga, pero después de enfrentar el rechazo, la llama frígida a sus espaldas. El personaje de Docampo se representa con una especie de inocencia y con frecuencia se rinde con miedo al dolor, ya que las tres facetas cambian constantemente, escalando en su voracidad, siendo Ariza y Lairana retratadas como las encarnaciones más salvajes. Es evidente que todas las iteraciones del personaje están fuertemente moldeadas y definidas por su proximidad a los hombres en sus vidas, quienes a menudo erotizan su vulnerabilidad y desamparo, pidiéndoles que mendiguen, lloren o insulten en medio del sexo. Las actitudes de los hombres en sus interacciones diarias, ya sea en espacios públicos o privados, insinúan el derecho que sienten sobre el cuerpo femenino. A lo largo de la película, las tres manifestaciones de la mujer lobo se aprovechan de esto, disfrutando y deleitándose con su impulso animal de matar, jugando con el deseo masculino de satisfacer una necesidad. Además, este despliegue de tres manifestaciones se convierte en una táctica de supervivencia cuando vuelve a casa, una vez más, con un hombre que se le acerca en el metro. Pero esta vez es diferente.
El hombre se acerca a ella casualmente y le dice que parece una estrella de cine. Él pone excusas para no querer ser un pervertido mientras transgrede su espacio privado. Ella acepta la sórdida invitación de acompañarlo a casa, donde él se impone como antes. Él la acaricia violentamente, mientras la situación se intensifica y él la insulta, le pide que llore mientras se masturba y eyacula sobre ella. Ella sabe que es hora de alimentarse y le agrega algo a su bebida mientras él no se da cuenta, pero los papeles se invierten y él la amenaza con una pistola. Más de uno diría que se lo esperaba, ya que el personaje se ha establecido como una devoradora de hombres que anda cazando y matando hombres después de tener relaciones sexuales con ellos. Sin embargo, solo el espectador tiene acceso a esta información. Es fácil descartar que el incidente muestra a dos adultos involucrados en un compromiso sexual consensuado solo para que una de las partes se vea amenazada en su seguridad. Que el hombre, inconsciente de sus intenciones, se acercó a ella primero y la llevó a casa con un motivo oculto de violencia. Garateguy transmite que tal riesgo no es tanto una anomalía sino una realidad.
Este incidente desencadena el episodio más explícito de las tres facetas del personaje, cuando ella huye del hombre desquiciado con miedo absoluto, solo para ser ayudada por un joven que la lleva segura a casa. Su agresor, sin embargo, se obsesiona con perseguirla. La película revela que él es un policía, decidido a someter y destruir a la mujer lobo. Se imagina teniendo sexo con ella con violencia deshumanizadora mientras se masturba al ver las fotos del caso, la aterroriza por teléfono. Sin embargo, ella encuentra un refugio en el tierno romance con su joven salvador, con quien se desenvuelve en sus tres personalidades: él es el único hombre que alguna vez ha estado en presencia de todos sus rostros. Al final, el policía la encuentra, pero ella le corta la yugular de un solo mordisco después de sorprenderlo desprevenido en su auto. Pero hay que pagar un precio. Llega a casa y encuentra a su amante muerto después de haber consumido veneno, el mismo que había usado en otras víctimas, confundiéndolo con una droga. Aullando por su pérdida, rabiosa y desquiciada por su muerte, las tres facetas lloran y queman el cadáver. Sin embargo, después de este breve duelo, la mujer lobo está de vuelta en las calles y lista para matar.
Mujer Lobo juega con su personaje central siendo a la vez víctima y victimario. Con ese fin, la forma coquetea con el contenido y la mujer lobo es retratada como insensible y bestial, pero también como producto de sus circunstancias. Los recursos narrativos que nos atraen a la matanza de la mujer lobo recuerdan obras que fueron famosas por explotar la representación de la agencia sexual femenina y las “chicas malas”. Nos recuerda a las escandalosas Chained Girls (1965) de Joseph P. Mawra, una obra de culto de ficción-documental sobre la vida lésbica en la Nueva York de la década de los sesenta, que se presta como referencia visual en los escenarios urbanos de Buenos Aires. También hay un eco tenue en las rápidas melodías que siguen a la voluntariosa Stacey Kane (Meg Myles) en Satan in High Heels de Jerald Intrator (1962), la sexy y aparentemente demasiado confiada figura devoradora de hombres. Las elecciones de Garateguy parecen absolutamente conscientes de las convenciones del subgénero sexploitation, a veces ofreciendo una cámara discreta, pero al acecho, que sigue al personaje principal, así como interpretaciones casi voyeristas de encuentros sexuales. Aquí, el género permite que la película se deleite en exceso y emplee la picardía de estos códigos para que esta mujer muestre tanto furia como vulnerabilidad.
Este exceso se transmite a fondo cuando se va a casa con un músico que ha conocido (¿o cazado?) en el metro. Mientras le da sexo oral, sus manos con largas uñas oscuras se aferran a su trasero. De repente, los chillidos de él revelan que ella le ha mordido el pene. Emerge el carácter nocivo pero seductor de esta mujer fatal que ha castrado literalmente a su pareja y se frota la sangre, sin arrepentirse. Este pasaje subraya la voracidad, la crueldad y las inclinaciones animales de la mujer lobo. Es una presencia monstruosa que fusiona mujer y bestia, al tiempo que proporciona una metáfora visual de cómo la sexualidad femenina está constantemente alineada con la animosidad.
Las representaciones de Garateguy reconocen y adoptan las convenciones sensacionalistas y las ideas preconcebidas del monstruo femenino como una entidad que justifica el control patriarcal y la vigilancia de su sexualidad. Sin embargo, estos dispositivos dan un carácter más pleno que no es ni un santo ni una bestia desquiciada, y plantean un conjunto de circunstancias más complejas en las que la mujer lobo reivindica, al menos parcialmente, la animalización de las mujeres al reclamar su cuerpo de vuelta y alimentarlo con hombres, literalmente para su sustento. A medida que toma el asunto en sus propias manos y se desarrolla en diferentes facetas de su personalidad, también sugiere una naturaleza que oscila entre la animalidad y la humanidad. Aunque la película se basa en modos estereotipados de representar la feminidad y se basa en gran medida en su carácter explícito, su crudeza subraya las posibilidades de la mujer lobo como una justiciera imperfecta, pero a veces justificada. Ella abraza la monstruosidad atribuida al deseo sexual femenino para cambiar el poder que se ejerce sobre ella en un grado casi exagerado. Sin embargo, también abraza esas potencialidades para vengarse de las estructuras que justifican e incluso exigen su humillación y aniquilación, y lo hace con uñas y dientes.
Valeria Villegas Lindvall es candidata doctoral en Film Studies en la Universidad de Gotemburgo. Su investigación se acerca al cine de terror latinoamericano y busca una mirada crítica feminista que apuesta por un posicionamiento anti-racista y anti-colonial en su acercamiento. También es parte del consejo editorial de la publicación especializada y de acceso libre MAI: Feminism and Visual Culture. Su trabajo ha sido presentado en México, Suecia, Escocia, Alemania, Estonia, Inglaterra y ahora Chile. De modo paralelo a su vida académica, ha trabajado en diversas publicaciones, principalmente como redactora de Rolling Stone México. Esta trayectoria sigue con su trabajo publicado en sitios como Screen Queens, MAI y Grim Magazine. Hoy por hoy, tiene una pieza sobre el cine y los monstruos femeninos de Gigi Saul Guerrero para el recién publicado Women Make Horror: Filmmaking, Feminism and Genre, editado por la Dra. Alison Peirse, y tiene un ensayo de próxima publicación en The Body Onscreen in the Digital Age: Essays on Voyeurism, Violence and Power, editado por la Dra. Susan Flynn y por publicarse con McFarland Books.
Traducido por Javiera Navarrete Lee el artículo original aquí.
*Este 2 de octubre se realizará la exclusiva masterclass internacional*
Históricamente en el cine de género, se han plasmado una serie de arquetipos y estereotipos sobre la mujer, creando así realidades en la pantalla que no se asemejan a la realidad e incluso, han invitado a la sociedad a crear prejuicios en su inconsciente colectivo. Por lo mismo, con el propósito de problematizar, enfocar y analizar las características recurrentes entorno al “monstruo femenino”, llega “Féminas y furias: Relecturas subversivas del monstruo femenino en el cine de fantástico”, una exclusiva masterclass organizada por el destacado festival de cine de mujeres y disidencias “Final Girls Chile”, que permitirá observar de manera crítica las representaciones que se han hecho alrededor de la historia.
En esta oportunidad, la clase será impartida por Valeria Villegas Lindvall (México), maestra en Cinema Studies (Universidad de Estocolmo) y candidata doctoral por parte de la Universidad de Gotemburgo. Su investigación se acerca al cine de terror latinoamericano y busca una mirada crítica feminista que apuesta por un posicionamiento anti-racista y anti-colonial. También, es parte del consejo editorial de la publicación especializada y de acceso libre MAI: Feminism and Visual Culture y su trabajo ha sido presentado en México, Suecia, Escocia, Alemania, Estonia, Inglaterra y ahora Chile.
Entre algunos de los contenidos a analizar se encuentran: la mala madre en el cine de género, el placer y la hipersexualidad femenina en el cine de género, la menstruación y el “Coming of Age”, entre otros. La masterclass tiene como únicos requisitos ser mayor de 18 años y tener interés en el cine de género. Se realizará este 2 de octubre desde las 11:00 hasta las 13:00 (Chile), a través de la plataforma zoom, por lo que se solicita inscripción previa en el siguiente link.
Únete al aquelarre y no te pierdas las últimas novedades de Final Girls Chile.
En una noche de luna llena, las brujas se reúnen para invocar el poder femenino, la poesía y la fuerza de su corazón. Nada las detiene para crear un hechizo eterno que las vuelva inmortales e invencibles. Conjuran sus letras y la magia sucede. Esta es parte de la sinopsis del libro “Brujas literarias”, de la autora Taisia Kitaiskaia e ilustrado por Katy Horan.
Dos brujitas crearon un hermoso aquelarre con treinta escritoras de distintas épocas y estilos. Este libro funciona como un hechizo, te posee en carne y alma. Te invitan a ser parte del aquelarre, ya que recordemos que son mujeres que no se dejaron llevar por lo que esperaban de ellas, escribieron y hablaron lo que muchos callan, a veces de la peor forma.
Son brujas porque fueron silenciadas, marginadas. Son brujas, porque por medio de sus letras intentaron mostrarnos la vida desde otro punto. La forma en que presentan a cada una de ellas es mágica. Cada escritora es expuesta como una hermosa y misteriosa leyenda, donde la bruja escritora se complementa con la naturaleza y con lo sobrenatural.
Encontraremos una mini biografía, con un título bastante llamativo de cada una de ellas, donde al final te recomendará algunas de sus obras. Personalmente, esto me agradó bastante, ya que si alguna de las brujas o todas, te lograron cautivar, ya sabrías por donde empezar.
Esta información, además, viene acompañada de una fantástica y folclórica ilustración. El estilo de los dibujos representa muy bien a cada una de ellas, ya que puedes lograr imaginarte el escenario sobre lo que hubo dentro de su mente.
La mayoría de las brujas que componen esta obra, son mujeres que dedicaron su vida a contarnos historias de horror y fantasía.
Este es un libro que no puede faltar en tu biblioteca, sobretodo si eres coleccionista de este tipo de textos biográficos y por supuesto, de las Final Girls literarias.
¡El equipo de Final Girls Chile no para! El festival de cine fantástico, dedicado a exponer el trabajo de realizadoras y disidencias, fue invitado a ser parte del festival y mercado de cine fantástico, “Suspenso”, el cual, en esta oportunidad, realizará su tercera versión de manera virtual.
Final Girls Chile participará de la sección de cine y mujeres con la actividad “Latinas Finales: Final Girls Chile en Suspenso”, donde hablarán con grandes exponentes femeninos relacionados al cine.Esta vez, el aquelarre será compuesto por: la destacada actriz y primera scream queen chilena, Blanca Lewin; la guionista nacional, Paulette Lecaros; la directora de fotografía, Estefani Cespedes; la VFX artist, Laura Sánchez Acosta y la Directora de Final Girls Chile Festival de Cine Fantástico, Javiera Navarrete, quien se encargará de moderar el encuentro.
Conéctate al aquelarre internacional, este jueves 27/08 a las 16:30 PM vía Facebook Live de @FinalGirlsChile y vía YouTube de @SuspensoBioBio
Por Javiera Navarrete – Directora de Final Girls Chile
Los orígenes
Final Girl es un concepto que se ha popularizado en los últimos años dentro de la comunidad internacional de fans del cine de terror, llegando incluso a inspirar el título de dos películas de 2015, Final Girl (protagonizada por Abigail Breslin) y The Final Girls (protagonizada por Taissa Farmiga y Malin Åkerman).
El término Final Girl fue acuñado en 1992 por la académica Carol J. Clover, en su libro “Men, Women and Chainsaws: Gender in the Modern Horror Film (Hombres, mujeres y motosierras: género en el cine de horror moderno)”. El libro nos introduce a este tropo cinematográfico propio del subgénero slasher, que describe a la protagonista como una joven que logra sobrevivir, ya sea escapando del asesino o venciéndolo.
Algunos ejemplos clásicos de la Final Girl son: Sally Hardesty (La masacre en Texas, 1974), Laurie Strode (Halloween, 1978), Ellen Ripley (Alien, 1979), Nancy Thompson (Pesadilla en la calle del infierno, 1984), entre otras.
Transformaciones de la chica final
Sin embargo, el cine de terror ha cambiado mucho desde 1992, año en que se acuñó el término, por lo que la figura de la Final Girl ha mutado en el tiempo. En un principio, estos personajes se caracterizaban por ser la chica buena del grupo de amigos, la que era responsable, amable y sobre todo, la que era virgen.
Una excepción a la regla de la pureza virginal de la Final Girl sería Jess Braford, protagonista de Black Christmas, slasher canadiense de 1974, ya que es una mujer embarazada que, además, está considerando abortar.
Si pensamos en las películas de terror de los 70s y 80s, eran habituales las escenas en las que la pareja que estaba teniendo sexo era la primera en ser asesinada. En estas películas, la Final Girl tiene ventajas sobre los demás personajes, ya que es más cauta, está atenta a los peligros y desconfía de las situaciones de riesgo.
A pesar de estas habilidades que le permiten enfrentarse al asesino y vivir para contarlo, no se salvan de pasar momentos tremendamente angustiantes. De hecho, esa es otra característica de este tipo de relatos. Las protagonistas logran cautivar al público, al mostrar su vulnerabilidad en contraste de su fortaleza.
Sin embargo, esta caracterización de la Final Girl entraña una mirada moralista que no podemos pasar por alto ¿Qué nos comunica el hecho de que la única sobreviviente de un psicópata sea la mujer mejor portada de la película? Si no se cuestiona la representación de las mujeres en la pantalla, estamos contribuyendo a reproducir estereotipos sexistas en el cine.
Una de las particularidades del cine de terror es su creciente tendencia a la auto-consciencia (que en inglés se ha descrito como self-awareness): la reflexión sobre el género dentro de las mismas películas, fenómeno que comenzó a ocurrir a partir del estreno de Scream en 1996.
Es por eso que tropos como la Final Girl han vivido constantes reformulaciones, ya sea superando o reforzando los estereotipos e idealizaciones que traía consigo el término desde sus orígenes.
Actualidad de un tropo cinematográfico
Ejemplos contemporáneos de estas revisiones de la Final Girl son identificables en los personajes de la novena temporada de la serie American Horror Story: 1984. En ésta se hacen constantes alusiones al concepto, haciendo un meta-análisis del subgénero slasher, pero las protagonistas no cumplen con las características clásicas de la Final Girl. Cometen errores y también tienen sexo. Es por lo tanto una representación menos moralista y más realista.
La reivindicación de la Final Girl es parte de un proceso contemporáneo de revaloración de las mujeres en el cine y en la vida en general. Podemos incluso decir que está vinculado al feminismo, o que ha sido inspirado por el movimiento de mujeres.
Somos fuertes, damos la pelea, somos sobrevivientes en un mundo lleno de violencia, tanto en las pantallas como en las calles. En eso nos parecemos a la Final Girl o Chica Final, pero somos mujeres de carne y hueso, no simplificaciones.
Así que no estamos haciendo apología irreflexiva de un concepto que para algunxs quizá ya está obsoleto. Reconocemos que está mutando y que, a pesar de ser una idealización, aporta elementos clave para la discusión sobre la representación de las mujeres en el cine.
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